EL NOSTRE
PESSEBRE VIVENT (2)
Estamos transitando de puntillas por los andurriales marianos. Atentos a la ternura! Empezamos puntualmente el domingo pasado en que -quizás no nos dimos darse tomamos como salmo responsorial el Magnificat . Ya se insinuaba Gran Semana (santa!) Mariana. Ahora cuando escribo estamos festejando la Virgen de la (Buena) Esperanza (18 de diciembre); expresión de siempre gozosamente relacionada con los días del embarazo; este, particularmente el de María con más motivo y llena de gozo, que ella nos irá contagiando durante la semana que hemos iniciado, hasta llegar al domingo cuarto de Adviento, cuando podremos compartir con María el inaudito anuncio de la venida del Mesías , Señor, Dios y Hombre a la vez, con ella elegida y ungida por el Espíritu Santo, como Madre del Hijo, personalísima, única. María quedó pasmada, no de miedo, sino por la Grandeza de este Evento único e inefable en la sencilla historia biográfica suya y también en la misma Humanidad Entera, que -nunca por nunca- no podía ni soñar una tal divina manifestación, que sólo se puede pensar, sentir y vivirla, a partir de una fe maravillada, porque nos afecta a todos de lleno, a todos los creyentes. Ya lo decíamos que la encarnación
aunque fue "empoderada" en María, nos atañe también a cada uno de los fieles " de una cierta manera" , expresión afortunada del Vaticano II; aun a toda la Humanidad: presente, pasada y futura. Este, el de la encarnación, es el trasiego, el Columbeta que ha dado sentido y hondura a todos los ámbitos de la tierra y del cielo. A la espera de poder congaudir con María en el relato de la Anunciación que inicia la vida humana de Jesús, después de su Sí tan inmenso, que abarca todo lo creado! Convendría leerlo amorosamente, compartiendo con ahínco los misterios marianos de gozo, de luz, de dolor y de gloria ... Sería un rosario, vivido en la forma en que Ella rememoraba su vivir con Jesús.
Durante la Semana, que vamos transcurran, iremos en el evangelio de cada día entrando en unos como dioramas donde Mateo y Lucas nos darán noticia menuda de cómo transcurrieron lo se han dicho los Evangelios de la Infancia. Cada uno en particular y todos haciendo una trama de cómo Dios en llegar "en la plenitud de los tiempos" se hizo presente en la persona humano-divina de Jesús. Estamos tan acostumbrados a la narración de estos eventos, que hemos hecho una lectura empequeñecida, tópica, sabida, subrayando mucho más aspectos infantívols, cargados de recuerdos de nuestras infancias más familiares y también sentimentales, que no nos dejan transparentar, explosionar los misterios, que, bien de bien, deberían poner nuestras facultades y nuestras actitudes, nuestros comportamientos -no sé cómo decirlo- maravillados, boquiabiertos, con un sentimiento de susto y de delicadeza al tiempo, por la fragilidad de nuestros "acercamientos" a los misterios de la vida y "metavida" de Jesús, circunscrito inicialmente a lugar y tiempo concretos, después desbordados más allá de la experiencia humana: lo inefable de san Juan de la Cruz: "y todos mis sentidos suspender . Quedéme y olvidéme "O lo de" Y déjame muriendo un no sé qué quedan balbuciendo ". Y aún más: "Entréme donde no supe, / Y quedéme no sabiendo, toda sciencia trascendiendo. Yo no supe dónde entraba, / pero, Cuando allí me vino, / sin saber dónde me estaba, / grandes cosas entender; / no diré lo que sentí, / que me quede no sabiendo, / toda sciencia trascendiendo ". Oh, el En-car-na-ción, hermanos míos!
De
parlar de Maria només em penso que en puc dir coses molt pensades, ja que fou
el Vaticà II que va incloure la millor
síntesi de Mariologia en el setè capítol de la Constitució sobre l’Església. Ho
titula així “La benaurada Verge Maria, Mare de Déu en el misteri del Crist i de
l’Església”. Y comença solemnialment: “Déu infinitament benigne i savi volent
fer la Redempció del món, quan fou el moment que havia de ser, envià el seu Fill, que va néixer de mare humana... perquè els
homes poguéssim ser fills adoptius (Gàl 4, 4-5). El qual, per nosaltres els
homes i per la nostra salvació davallà del cel i per obra de l’Esperit Sant
s’encarnà de la Verge Maria. Aquest misteri salvador de Déu ens és revelat i ens és continuat en l’Església, Cos del Senyor, que Ell mateix va establir
i en el qual els creients, adherits al Crist i en comunió amb tots els sants,
han de recordar i venerar “primerament la gloriosa sempre Verge Maria, Mare de
Déu i de nostre Senyor Jesucrist” (cànon de la Missa).
“Car
la Verge Maria, que va concebre dins del cor i dins el cos el Verb de Déu
anunciant-li-ho l’àngel i que va dur el Brot Vital, és tinguda i hono-
rada como la verdadera Virgen y del Redentor . También redempta ella, altísimamente redempta por los méritos de su Hijo previstos y unida a Él íntimamente e indisoluble, posee este don máximo y máxima dignidad de ser la
Madre de Dios Hijo, y pues la Hija preferida del Padre y el Sagrario
(Esposa) del Espíritu Santo. Don de gracia tan eximia que la sitúa mucho más alto que toda criatura terrenal y celestial. Sin embargo Ella resto vez de la familia de Adán, unida a todos los hombres redimibles, y aún "Ella es la Madre de los miembros (del Cristo) ... para que cooperando con el amor Ella, han nacido
en el Iglesia los creyentes, es decir, los miembros de este fin "(san Agustín). Por ello, se la tiene también como un miembro eclesial eminentísimo, absolutamente excepcional, la figura de la Iglesia y modelo
perfecto en la fe y la caridad. La Iglesia católica, aleccionada por el Espíritu Santo, lo ama con ternura filial como Madre estimador ".
"Sólo hay uno y basta de mediador nuestro, dice el apóstol:" Dios, uno solo, y sólo uno, de mediador entre Dios y los hombres, que es Jesucristo hecho hombre que murió por el rescate de todo el mundo " (I Tim 2, 5-6). Sin embargo, la situación de María como Madre por los hombres no hace ningún tipo de sombra, no atenúa nada esa única mediante de Cristo, es más bien un exponente de su valor. Pues todo el influjo salvador de la santa Virgen no proviene de ningún intrínseca necesidad natural, sino del querer de Dios y de la abundancia inagotable de los méritos de Cristo; apoya en la mediador del Cristo, de la que en poua toda la fuerza; y en vez de impedir nada la unión inmediata de los creyentes con Cristo, la atiza, la promueve, la incentiva. La santa Virgen, que Dios providente en pensar la encarnación del Verbo divino vez eternamente predestinar a ser Madre de Dios, fue, sí, en esta tierra la noble Madre del Redentor divino, su mejor colaboradora generosa excepcional, la humilde sierva del Señor. Concibiendo a Cristo, alumbrando-lo, nutriéndose el, ofrenda al Padre en el templo, pésame con su Hijo muriente en cruz, ha contribuido de una manera muy bien única, con la obediencia, la fe, la esperanza, la caridad flagrante, a la obra del Salvador de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por ello, María nos fue la Madre en el orden de la gracia ".
"Ensalzada por la gracia de Dios sobre ángeles y hombres todos, después de su Hijo, como Virgen santísima tan vinculada a los misterios de Cristo , María recibe un culto y honor especial en la Iglesia. Nada extraño. Ciertamente, ya desde tiempos antiquísimos es invocada con el título de madre de Dios, ya Ella su "Amparo", acuden los fieles en todo tipo de peligros y necesidades "Bajo tu protección ...", oración del siglos II- III . Sobre todo después del Concilio de Éfeso (431), el culto del Pueblo de Dios a María aumentó admirablemente en veneración y amor, en oración y imitación, según la profecía de sus labios: "Me dirán todos los pueblos bienaventurada, por los prodigios que en mí ha hecho el Poderoso ". Esto pretende la Iglesia que honrando la Madre se conozca, ame, glorifique el Hijo como es debido. La función y privilegios de la santa Virgen siempre miran el Cristo de donde mana toda la verdad, la santidad, la piedad. Aquí en la tierra, María es como una antorcha radiante de esperanza segura y de consuelo por el pueblo que camina ".
Todos los últimos papas han honrado filialmente María y nunca han dejado en sus escritos de dedicarle fervorosamente unas palabras de admiración y de súplica, para que abra, Ella tan cercana a su Hijo, su manto a todos los Cristianos y también a todos los Hombres. Pablo VI la proclamó Madre de la Iglesia y el Papa Francisco la declara Madre de la Iglesia Evangelizadora. Dice: "Al pie de la cruz, en la hora suprema de la nueva creación , Cristo nos lleva a María. Él nos lleva a Ella, porque no quiere que caminamos sin una Madre, y el pueblo lee en esta imagen materna todos los misterios del Evangelio. Al Señor no le gusta que falte a su Iglesia la icono femenino . "Su excepcional peregrinación de la fe representa un punto de referencia constante para la Iglesia ... Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos Maria volvemos a creer en el aspecto revolucionario de la ternura y del afecto. "Sin Ella no acabamos de comprender el espíritu de la nueva evangelización".
"Es el Resucitado quien nos dice, con una potencia que nos llena de inmensa confianza y de firmísima esperanza:" Yo hago nuevas todas las cosas ". Con María avanzamos confiados hacia esta promesa, y le decimos:
El Mare Maria viene
vos que, movida por el Espíritu,
acollíreu
el Verb de la vida
en la profundidad de su fe humilde,
totalmente entregada al Eterno,
ajudeu-nos
a dir el nostre “Sí”
ante la urgencia, más imperiosa que nunca,
Vos, llena de la presencia de Cristo,
duguéreu
la joia a Joan Baptista,
fent-lo
exultar en el sí de la mare,
vós,
estremida de goig,
cantan las maravillas del Señor.
Vos, que estuvierais plantada ante la cruz
amb
una fe indestructible
i
rebéreu l’alegre consol de la resurrecció,
Recoger los discípulos en la espera del Espíritu,
para que naciera la Iglesia evangelizadora.
Aconseguiu-nos
ara un nou ardor de ressuscitats
para llevar a todos el Evangelio de la Vida
que
venç la mort.
Denos santa audacia de buscar nuevos caminos,
para que llegue a todo el mundo
el
do de la bellesa que no s’apaga.
Vós,
Verge de l’escolta i la contemplació,
Mare
de l’amor, Esposa de les noces eternes,
intercediu
per l’Església, de la qual sou la icona puríssima,
porque Ella nunca se recluya ni detenga
en
la passió per instaurar el Regne.
Estel
de la Nova evangelització,
ajudeu-nos
a fer resplendir el testimoni de la comunió,
del
servei, de la fe ardent i generosa,
de
la justícia i l’amor als pobres,
porque la joya del Evangelio
llegue hasta los extremos de la tierra
y hacia periferia no se prive de su luz.
Mare of the Evangeli en vivo,
y en el caso,
Ruega por nosotros,
Amén. Al·leluia
Semana Mariana y IV domingo de Adviento, 17-24 y Navidad, diciembre 2017 Sabadell
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